LA LEY DE SIETE


La Ley de Siete


Análisis de la Ley de Siete, por Boris Mouravieff en su obra Gnosis, tomo I.

Esta ley no se aplica ni a la creación ni a la existencia de las cosas y fenómenos del espacio, sino a su evolución en el Tiempo. Concierne a la acción de todas las categorías de movimientos sobre todos los planos y en todos los escalones de la Creación.

[…]

Según esta ley, como lo veremos inmediatamente, toda acción está some­tida a una o varias desviaciones y, en consecuencia, está en principio destinada al fracaso. Sin embargo, analizando la acción de la Ley de Siete, captaremos el carácter de estas desviaciones, su necesidad desde el punto de vista objetivo, y aprenderemos cómo es posible combatirlas y perseguir en una dirección constante el objetivo buscado.


La naturaleza de la Ley de Siete y su necesidad objetiva derivan del carácter destructor del Tiempo, segunda condición de la Creación. En virtud de este principio todo lo que nace o es creado —comprendido el hombre— está destinado a la aniquilación. También el Universo desde su creación estaba entonces bajo la amenaza de ser aniquilado por la acción del Tiempo. Fue entonces necesario hacer frente a ese peligro. La Ley de Siete representa el medio por el cual la acción destructora del Tiempo está neutralizada en una cierta medida. Un movimiento no puede disociarse de su duración. Ahora bien, toda acción es movimiento exterior o interior; se encuentra entonces emprendida en el Tiempo. La Ley de Siete consiste precisamente en que todo movimiento así desencadenado sufre en cierto momento una desviación, luego, después de un recorrido en la nueva dirección, una nueva desviación, y así sucesivamente. Si el impulso inicial es lo bastante fuerte, después de haber descripto un hexágono, el movimiento, por la última desviación, volverá a su punto de partida. Así, bajo la influencia de la Ley de Siete, toda acción emprendida en el Universo se desarrolla según ciclos. (Fig. 31).

[…] Si no neutraliza totalmente la acción destructora del Tiempo, al menos lo atem­pera al imponer a toda acción o movimiento curvaturas sucesivas para ence­rrarlos en ciclos. En primer lugar, el mismo Tiempo está curvado, desviado de la línea recta y encerrado en un gran Ciclo, que engloba todos los ciclos subordinados.

Por la Ley de Siete el aniquilamiento no sobreviene en el curso del primer ciclo más que cuando la fuerza del impulso inicial se encuentra agotada. Sin embargo, la ley admite la posibilidad de reavivar el movimiento que ha perdido energía —y velocidad— mediante impulsos complementarios en los momentos y puntos oportunos. (Fig. 32).

[…]

DefiniciónTodo movimiento emprendido en una dirección determinada sufre en cierto momento una desviación.
InversamentePara que un movimiento hacia una meta determinada pueda proseguir sin desviarse en esa misma dirección, es necesario imprimirle impulsos complementarios adecuados en momentos yen puntos determinados.
CorolarioUn movimiento que sigue una dirección determinada, abandonado a sí mismo, se empeña, con la tercera desviación, en la dirección diametralmente opuesta. Tales son las características esenciales de la Ley de Siete.

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En la actividad humana sobre el plano moral, el corolario anterior encuentra su aplicación en todo momento. ¿Cuánta sangre ha sido derramada en el nombre del Hijo de Dios que ha predicado el Amor? ¿Cuántas crueldades, violencias y compulsiones han sido ejercidas por revoluciones hechas en el nombre de la libertad y de la fraternidad? Estos ejemplos podrían multiplicarse sin fin.

En el momento, esas desviaciones se nos escapan casi siempre. Seguimos imaginando que mantenemos la misma dirección, mientras que insensiblemente fuimos conducidos, sin darnos cuenta, a tomar la dirección opuesta. En ese momento nuestra acción emprendida en el plano moral recibe au­tomáticamente un nuevo impulso proveniente de la reacción del medio al impulso primitivo. Cuanto más vigoroso, "vanguardista", o "revolucionario" ha sido éste, la reacción, siguiendo el principio de Equilibrio, es más fuerte. De manera que el movimiento en sentido inverso, aquel que en el lenguaje común se llama reacción toma una amplitud inesperada hace a veces volver a los promotores de la acción inicial mucho más atrás de su punto de partida. Este es casi siempre el caso para las doctrinas políticas.

El segundo impulso debe, consolidando el primer éxito, permitir su explotación. La historia da muchos ejemplos de la necesidad de este segundo impulso: cuando éste ha faltado después de batallas ganadas, se ha perdido la guerra muy a menudo.

Debe señalarse otro efecto de esta ley. Se vio que es necesario pasar por dos desviaciones consecutivas para alcanzar la dirección opuesta al movimiento inicial. Es decir que es necesario prever dos impulsos complementarios consecutivos para mantener la dirección primitiva del movimiento y asegurar así el éxito de la empresa.